miércoles, 17 de marzo de 2010

¿PEDRO?










Mis ojos no daban crédito a lo que veía en ese momento, bueno más que lo que veía, a quien veía.




Era una tarde como otra cualquiera, recién venida de mi trabajo y dirigiéndome a por mi hijo, hace ya bastantes días y todavía recuerdo esa tarde, fue tan fuerte lo que pude presenciar, que aún se me remueven las entrañas, era Pedro, un amigo que hace muchos años conocí, un buen hombre, amante de su esposa , cariñoso con sus hijos y afable con sus amigos, en concreto la palabra que lo definía era afortunado, un buen trabajo, una buena casa, una vida que aunque para nadie es de color de rosa, no era de color gris tirando a negro.




Lo miraba, lo volvía a mirar y si, era él, no había duda, quizás mas mayor que cuando lo vi hace cuestión de 1 año y medio, mas delgado, mas desaliñado, mas triste, en definitiva era él, pero no podía creer lo que veía, estaba en un container de basura rebuscando algo para poder vender, comer o aprovechar de alguna manera, en el pueblo que lo vi, no era donde él vivía, por eso al principio me costó reconocerlo, pero cuando ya ninguna duda me invadía, me quedé pegada al asiento de mi coche desde el cual estaba mirando horrorizada, a Pedro.




Cuando ya terminó de buscar, sin éxito ninguno me armé de valor y salí del coche, casi no podía vocear su nombre, lo intenté en dos ocasiones y ya por fin en la tercera él me oyó, pero para mi sorpresa, Pedro me miró, esa mirada duraría unos 5 segundos, fué interminable, la expresión de su cara de asombro fue además de horror al verme, se dio la vuelta y se fue, yo no quise hacer otro intento de llamarlo, me había quedado muy claro que no deseaba verme, ni hablar con migo.




Yo cambié el rumbo de mi vuelta a casa y me dirigí a casa de un amigo que teníamos en común, éste fue el que me contó todo lo sucedido con Pedro.




Había perdido hace un año su trabajo, dejándolo en la mas miserable miseria, perdió su casa, sus ahorros y a su mujer, que fue víctima de una depresión severa, que la llevó a enfermar y estar actualmente ingresada en un centro de ayuda mental, sus hijos eran cuidados por un miembro de su familia y él se buscaba la vida como podía, no encontraba trabajo y las ayudas gubernamentales no eran suficientes para vivir decentemente, es por eso que decidió dejar a sus dos hijos y seguir viviendo o mal viviendo él solo, sin arrastrar a nadie mas.




Con forme iba escuchando la historia, los ojos se me nublaban, no es lo mismo ver un mendigo, recoger basura, pero que no lo conoces, a ver a un amigo, se me entrelazaban las tripas y mi piel sentía que se me estremecía, era una sensación horrorosa e inevitable.




Quería saber donde estaba, donde dormía, que comía, pero las contestaciones eran peor saberlas que ignorarlas, lo vi de casualidad, pues Pedro no solía venir por estos barrios, pero ese día era uno de los que él se acercaba desde lejos a la puerta del colegio a ver a sus hijos, no se atrevía a dejarse ver por ellos.




Llegué a mi casa destrozada animicamente, casi casi que me sentía mal por merendar una onza de chocolate,¿que merendaría Pedro en ese momento?, ¿donde estaría en ese preciso instante en que yo comía y veía la televisión con la mirada perdida y ausente?.




No he vuelto a ver a Pedro, pero no pierdo la esperanza, se que algún otro día volverá al colegio.




No se lo que le diré, ni incluso si tendré valor para hablarle, se que se siente muy mal, pero creo que si se le ignora se sentirá peor aunque no quiera acercarse a nadie.




Espero que esta crisis mundial pase pronto, que aunque haya heridas que ya no se borren de una piel, que por lo menos volvamos a tener una vida digna de un ser humano, que a nadie le falte un pedazo de pan, un plato de sopa, un abrigo y un techo donde cobijarse y sobre todo que Pedro y muchos como él recuperen a sus familias.




Desde aquí aunque ellos no me escuchen les mando un beso.

CRONICAS DE FEBE

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