Para mi eras una giganta, cuando por entonces era una niña;
ahora te veo desde el otro lado pero sigues siendo muy grande.
No dudaste en levantarme y cuidarme cuando me caía,
ni se te pasó por la mente el abandonarme.
Velaste por mi desde mi minuto 0 hasta el día de hoy.
Ahora soy yo la que te cuido, momentos difícil e incomprensibles vamos a vivir
pero ahora me toca ami, yo tampoco te abandonaré mientras mis fuerzas me lo toleren.
Se hará como tu siempre has querido que sea.
No te preocupes, mis brazos están extendidos para ti.
Tus hijos velarán ésta vez por ti y te acompañarán en ésta difícil travesía.
Nuestra historia de amor será eterna.
Febe Mariscal.
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